viernes, 24 de diciembre de 2010
La Rosa y la Daga
"El viento susurraba en los oídos de Christine. El eco de sus pasos apresurados resonaban en la plaza desierta, iluminada tenuemente por el suave centelleo de la luna llena. El cabello de la joven, antes liso y recogido, se agitaba libremente con la brisa vespertina. Sus ojos, verdes y profundos, miraban constantemente hacia atrás, esperando surgir de las sombras alguna amenaza que no alcanzaba a comprender. La piel, blanca y suave, estaba perlada por una fina capa de sudor.
El amanecer se acercaba. Los últimos jirones de oscuridad iban cediendo el paso al brillo que precede al alba. Christine suspiró aliviada.
-“Si consigo llegar a la Guarida, estaré a salvo”- Pensó mientras se apartaba distraídamente un mechón de pelo negro rebelde que le caía sobre frente.
De repente, la quietud de la noche fue interrumpida por el sonido de unas fuertes pisadas. Christine se giró justo a tiempo para observar a unas sombras cruzar la esquina de un portal cercano y dirigirse hacia ella velozmente. Un escalofrío recorrió como un rayo su espalda. Intentó moverse, correr en cualquier dirección, pero las piernas no le respondieron. Vio acercarse a tres siluetas embozadas de las cuales lo único que destacaba en la oscuridad era el brillo acerado y peligroso de sus miradas.[…]
Cuando las tres sombras ya estaban tan cerca que podía ver el vaho que despedían por debajo de su embozo, una voz, suave pero a la vez fuerte, le susurró al oído:
-¡Huye!
Como si esa sola palabra la hubiera liberado de las cadenas invisibles que mantenían sus pies atados al suelo, Christine echó a correr. Las calles parecían estrecharse a su paso, como si quisieran cerrarle cualquier vía de escape.[…]
Una risa helada resonó a sus espaldas, creando un eco burlón en las paredes de la estrecha calzada. Christine se giró asustada, esperando ver a las tres sombras cerniéndose sobre ella, pero la calle estaba desierta. Súbitamente, una fría mano la sujetó por el brazo, retorciéndoselo, mientras un aliento fétido aspiraba el aroma de su cabello.
-¡Suéltame!-Chilló Christine a la vez que intentaba zafarse de ese abrazo fatal.- ¡Suéltame o gritaré!
Unos brazos fuertes y duros como el mármol le dieron la vuelta con violencia, al mismo tiempo que unos ojos negros sonreían maliciosamente sobre una cara pálida y fría.
-Grita todo lo que quieras, preciosa…nadie te va a oír […]
De repente, surgiendo entre la niebla, una sombra mas grande y feroz se interpuso entre Christine y sus perseguidores, haciéndolos retroceder.
Una mascara cubría parte de su rostro y lo único que se entreveía en la oscuridad eran unos hermosos ojos negros. Su mirada se clavó en las siluetas, que de manera inexplicable, no pudieron soportarla. La que estaba delante, hizo ademán de atacar, pero algo en los ojos negros de la sombra le hizo pensárselo mejor. Poco a poco, fue dando media vuelta y al estar a una distancia prudencial, las tres figuras embozadas huyeron precipitadamente. […]
Sin decir nada, la sombra se retiró sumergiéndose velozmente en la niebla. Su negra capa revoloteando en el aire fue lo ultimo en desaparecer entre jirones blancos.
-¡Espera!- Dijo Christine.- ¿Quién eres?
La silueta interrumpió su avance.
-Quien soy, o mejor…lo que soy…no importa…-Contestó la sombra. […]
-Al menos… dime tu nombre.-Susurró Christine, acercándose lentamente.
La sombra se giró lentamente, saliendo a la luz de la calle.
-Nací con el nombre de David Campbell, si eso te dice algo […]
-Así que es aquí donde vives…-Dijo Christine, mientras paseaba entre los cirios que iluminaban el salón.
-Si…-Contestó él.-Esta es mí… guarida…mí… Torre de Marfil [...]
-Siempre eras tú…-Sugirió Christine, acercándose a él.- Las rosas en mi ventana… ¿Eran tuyas, verdad?
La Sombra no respondió. […]
-Déjame ver tu rostro…-Dijo Christine, mientras sus manos se extendían hacia la mascara.
-No…-Los guantes de la Sombra apartaron suavemente a Christine.-No…
Christine posó una mano sobre su cara.
-No…-Gimió la Sombra, pero esta vez no hizo ademán de apartarla. […]
Los dedos de Christine recorrieron dulcemente su rostro.
-Eres… hermoso- Murmuró mientras se acercaba mas a él.
-No sabes lo que dices.-Respondió la Sombra.
-No…eres tú…el que no sabe.-Contestó Christine mientras posaba sus labios en la cicatriz de su mejilla."
Continuará…
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